La familia es el espacio privilegiado de
aceptación y amor de los seres humanos y es de gran relevancia el que esta
emoción sea la que predomine en el clima de las relaciones intrafamiliares.
Ello significa, entender y aceptar que los otros, puedan percibir un mismo
hecho de manera distinta. Así es importante para las familias entender y
respetar estas diferentes formas de ver las cosas que tienen sus miembros. Al
enfrentar las diferencias se logra una mayor riqueza, pudiendo construir, a la
luz del amor y la aceptación del otro una nueva forma de ver las alternativas y
soluciones en común. En este sentido las
familias constituyen un claro ejemplo de relaciones solidarias y cooperativas,
ya que son capaces de unir las distintas visiones en pos de un objetivo común.
Así las familias van construyendo una forma de enfrentar las dificultades
diarias y de ver el mundo, negociando cuando es necesario llegar a acciones
comunes o respetando y aceptando que los otros tengan distintas formas de ver
algunas cosas, en otras ocasiones. La reunión familiar es la mejor alternativa
para unir los lazos familiares.
Las familias fijan reglas para convivir,
que están de acuerdo a los valores y normas que los guían. Estas reglas por lo
general son definidas y aplicadas por los padres. En algunas familias, y de
acuerdo a su estilo y valores, los padres permiten que los hijos participen en
la discusión sobre cierto tipo de reglas (permisos, salidas, paseos, deberes en
la casa, entre otros). El que los hijos participen o no de estas decisiones
dependerá de la forma que cada familia tenga de ejercer el poder en su interior
(más democrático o autoritario). Lo fundamental es que quienes velen por el
cumplimiento de estas reglas estén de acuerdo y hayan definido dichas normas en
conjunto. Esto permitirá ser consistentes a los padres, aumentando su
credibilidad y eficacia para lograr que las reglas se cumplan. Cuando los padres no logran acuerdo y tienden
a discutir frente a los niños, o uno se alía con los hijos contra el otro, se
tienden a generar problemas a nivel de la organización de la familia, que son
difíciles de resolver los conflictos. Lo habitual es que los padres hagan uso
de los castigos como forma de lograr que los hijos cumplan con las normas que
se han fijado. En este sentido es necesario señalar que el uso del "costo
de respuesta" (quitarles las cosas que les gustan frente a la trasgresión
de las normas) brinda la mayor eficacia y eficiencia, como lo demuestran los
estudiosos del tema, y que el premio y refuerzo (en forma contingente y
estable) a las conductas deseadas.
Todos los miembros de la familia poseen
necesidades y expectativas de los otros respecto a la satisfacción de dichas
necesidades. Una de las dificultades habituales de las familias radica en
pensar que "el otro es capaz de adivinar lo que yo necesito y debe ser
capaz de adivinar que hacer para ayudarme a satisfacer esta necesidad".
Así mismo se espera que los otros adivinen los sentimientos y
emociones. Es fundamental que las familias sean capaces de aprender a
lograr que sus miembros expresen sus necesidades, emociones y expectativas
respecto a los otros, sin temor a la negación y descalificación por parte de
los otros. Al explicitar dichos elementos se establecerán relaciones más claras
y eficientes. En este proceso es conveniente trabajar para que cada uno
se responsabilice por sus emociones y necesidades ("yo siento esta
emoción", en vez de decir "ustedes me hacen sentir esto")
evitando involucrar a los demás en las opciones que cada uno hace. Este tipo de
aclaraciones permite crear un clima de confianza y aceptación que facilita la
expresión de afectos y el logro de soluciones comunes.
Por
ello se concluye que:
La
familia es considerada como un sistema importante para el desarrollo integral
de las personas a nivel individual y social. A nivel individual posibilita la
satisfacción de necesidades básicas tanto biológicas como psicoafectivas. En lo
social moldea las primeras bases de la personalidad, que forma parte de
la identidad del individuo que sigue evolucionando a medida que
entra en un proceso de socialización con otros individuos a partir de
contextos.
La
contribución que puede hacer la familia en el desarrollo integral de los
individuos depende de que tan funcional sea su sistema, tanto en su estructura
y modos de convivencia, como en el tipo de comunicación y vínculos afectivos
que establece. Por esta razón los especialistas en el campo de la psicología y
el desarrollo familiar han coincidido en enmarcar las familias desde su operatividad
en dos grandes tipos:
La
familia funcional que se caracteriza por la presencia de una comunicación libre
y sana, como también de una autoimagen positiva que los hace seguros de quienes
son; y la otra familia es la de tipo disfuncional, que se caracteriza por la
presencia de una comunicación deficiente y malsana que se manifiesta en
comportamientos destructivos y a veces violentos, que limita el libre
desarrollo de la personalidad de sus miembros, afectando con mayor fuerza a la
población infantil y adolescente.
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